Colectivos LGTB acusan al presidente checo de esparcir odio tras declarar que los transexuales le repugnan

CN Redacción
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El presidente checo, Milos Zeman, ha desatado una tormenta entre los colectivos LGTB por unas declaraciones en las que tacha de «repugnantes» a las personas que se someten a una operación de cambio de sexo. «Puedo entender a gais y lesbianas, pero no a esos transgénero. Esos me desagradan desde lo más profundo de mi alma«, afirmó Zeman en declaraciones a la cadena CNN con motivo del día del Orgullo. Para el jefe del Estado checo, cualquiera que se someta a una cirugía de reasignación de género comete lo que llamó «crimen de la automutilación», lo que además de ser peligroso en tanto que toda operación conlleva un riesgo, le resulta «intrínsecamente asqueroso».

Las declaraciones de Zeman han tenido una pronta respuesta de la comunidad LGTB, que acusa a Zeman de esparcir odio desde las más altas instituciones del Estado. «Comentarios como esos, más allá de los calificativos que se le puedan poner, tienen un impacto muy negativo en la salud mentad de las personas LGBT», sostienen sus portavoces.

Zeman no da puntada sin hilo. Sus declaraciones, aunque salgan desde el fondo de su corazón, tienen una lectura política. A primeros de octubre, este pequeño país celebra elecciones legislativas y su principal apoyo, la formación populista ANO del primer ministro Andrej Babis, está cabeza con cabeza con los liberales que, entre otras medidas, prometen la libre elección de la identidad sexual.

Previo a esas elecciones, la ciudad de Praga, gobernada por el alcalde liberal Zdenek Hrib, celebrará del 2 al 8 de agosto el Festival del Orgullo, una cita que Zeman criticó con la sola afirmación de que «si yo fuera más joven organizaría una macro manifestación de heterosexuales». Hrib, que ha llegado a estar bajo protección policial, competirá contra Babis en las elecciones legislativas.

Con ese razonamiento, no resultó extraño que en su entrevista con la CNN alabara la reciente ley aprobada por el Parlamento húngaro que prohíbe la difusión de todos los materiales y programas educativos para niños que promuevan la homosexualidad, el cambio de sexo y, en definitiva una identidad sexual distinta a la asignada a la persona al nacer.

«No veo ninguna razón para no estar de acuerdo» con el primer ministro húngaro, Viktor Orban, pues lo que busca esa ley es «proteger a los niños y asegurar a los padres que estos no serán manipulados en educación sexual», afirmó Zeman, para quien la Unión Europea «no debería inmiscuirse en asuntos internos de Hungría».

Eso explica que la República Checa no criticara la ley en el Consejo Europeo de la semana pasada en Bruselas, como sí hicieron mas de la mitad de los países miembros de la UE y algunos, como el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, con dureza. Exhortó a Orban a respetar los derechos LGBT y los valores del bloque, o, de lo contrario, a abandonarlo. También la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se mostró indignada por esa ley y la calificó de «vergüenza».

La legislación, efectivamente, ha sido recibida con duras críticas por parte de la mayoría de miembros de la Unión Europea y no sólo por su espíritu homófobo, sino porque también refuerza las penas contra la pedofilia, equiparando así ambas cuestiones. El primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, ha pedido la intervención del Tribunal Europeo de Justicia.

Según ILGA-Europe, un grupo de defensa de los derechos de los LGTB , los activistas locales temen que la República Checa pueda seguir el camino de sus vecinos cada vez más antiliberales: Hungría y Polonia. La aprobación de una ley de matrimonio igualitario se ha estancado repetidamente en el país y, según un informe de diciembre de 2020 de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia, los ciudadanos checos deben someterse a una reasignación de género y esterilización como condición para la transición oficial a otro sexo.

Los poderes ejecutivos de Zeman, como los de sus antecesores en la Jefatura del Estado, son limitados. Su capacidad de crear opinión e influir en el debate público es, sin embargo, importante y Zeman no ha desestimado esos poderes. Coincidiendo siempre con las tesis del Gobierno populista húngaro, Zeman rechaza la inmigración y, como Orban, pasa por ser un gran amigo de China y de Rusia, donde los derechos LGBT brillan por su ausencia.

INFORMACIÓN: BBC

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