Tradición queretana que desafía las dietas y reúne familias.
Este 2 de febrero, la calle de Arteaga en Querétaro se convirtió en el epicentro de la celebración del Día de la Candelaria, con el aroma inconfundible de los tamales impregnando el ambiente. Como dicta la tradición, quienes encontraron el niño en la rosca de Reyes cumplieron con su promesa y pagaron con este suculento platillo que, año con año, reúne a familias y amigos en torno a una mesa.
En este emblemático corredor del Centro Histórico, al menos cinco locales se especializan en la venta de tamales, ofreciendo una amplia variedad de sabores. Entre ellos destaca una de las sucursales de “La Congregación”, con 16 años de tradición en la zona. Su menú incluye opciones dulces como guayaba con pasas y zarzamora con queso crema, además de los clásicos verdes y rojos con carne, pollo o queso. También se ofertan tamales oaxaqueños, aunque en menor cantidad debido a su proceso más laborioso, los cuales se agotaron antes del mediodía.
En el patio central de una casona histórica, una gran mesa rectangular exhibía al menos seis ollas vaporeras. A medida que los vendedores retiraban las tapas y bolsas térmicas, el vapor liberaba el característico olor de la masa cocida, atrayendo a comensales de todas las edades, ansiosos por probar el manjar.
Así, entre tradición y sabor, Querétaro volvió a rendir homenaje a esta costumbre que, más que un simple pago de promesas, se ha convertido en un símbolo de unión y convivencia familiar.
Este 2 de febrero, la calle de Arteaga en Querétaro se convirtió en el epicentro de la celebración del Día de la Candelaria, con el aroma inconfundible de los tamales impregnando el ambiente. Como dicta la tradición, quienes encontraron el niño en la rosca de Reyes cumplieron con su promesa y pagaron con este suculento platillo que, año con año, reúne a familias y amigos en torno a una mesa.
En este emblemático corredor del Centro Histórico, al menos cinco locales se especializan en la venta de tamales, ofreciendo una amplia variedad de sabores. Entre ellos destaca una de las sucursales de “La Congregación”, con 16 años de tradición en la zona. Su menú incluye opciones dulces como guayaba con pasas y zarzamora con queso crema, además de los clásicos verdes y rojos con carne, pollo o queso. También se ofertan tamales oaxaqueños, aunque en menor cantidad debido a su proceso más laborioso, los cuales se agotaron antes del mediodía.
En el patio central de una casona histórica, una gran mesa rectangular exhibía al menos seis ollas vaporeras. A medida que los vendedores retiraban las tapas y bolsas térmicas, el vapor liberaba el característico olor de la masa cocida, atrayendo a comensales de todas las edades, ansiosos por probar el manjar.
Así, entre tradición y sabor, Querétaro volvió a rendir homenaje a esta costumbre que, más que un simple pago de promesas, se ha convertido en un símbolo de unión y convivencia familiar.
Santiago Soto | Círculo Noticias